viernes, 4 de abril de 2014

Hamlet y el debate sobre linchamientos de supuestos delincuentes

El fantasma de Hamlet pide venganza a mano propia por la muerte del Rey de Dinamarca. En la obra de William Shakespeare el príncipe duda si es su deber o no matar a su tío Claudio, supuesto asesino de su padre. “¡No consientas que el tálamo real de Dinamarca sea un lecho de lujuria y criminal incesto!,” grita  el rey muerto. Hamlet entiende que debe vengar la muerte de su padre. Pero tiene que pasar por muchas dudas y reflexiones antes de concretar la acción. 

En la capilla Hamlet tiene la espada alzada mientras Claudio reza y trata de justificar su crimen. “¡Ahora podría hacerlo, ahora que reza; y ahora lo haré. (Se detiene) Pero así va al cielo, y de tal modo quedo vengado…Hay que reflexionar…”

Sí bien la venganza de manos propias existía hace cuatro siglos cuando en Inglaterra se intentaba imponer la hegemonía de la justicia del estado, la venganza privada tenía sus reglas. En vez de intentar linchamientos como los que los diarios se deleitan en informar hoy en Argentina, las partes ofendidas comúnmente organizaban duelos para buscar satisfacer el deseo de venganza.

Hoy en todos los países con sistema democrático de gobierno, es la justicia la encargada de decidir la suerte de una persona acusada de un crimen. “Hay que llamarlo como lo que es,” comentó Juliana Di Tullio, titular del bloque Frente para la Victoria en la Cámara de Diputados en el Congreso Argentino. “No se llama ni linchamiento ni justicia por mano propia; es lisa y llanamente un delito.”

Pero la oposición conservadora en el país pasa la pelota al Estado. Cristian Ritondo (PRO) dice: “Hay que decir que los ciudadanos no se sienten protegidos por el Estado.” Explica: “Los vecinos actúan en defensa propia porque están desguarecidos del Estado…Lo que deberíamos tratar no es la reacción de la gente, ya que el problema de fondo, lo que falla, son las fuerzas de seguridad.”

El jefe del mismo partido agrega: “Me dio tranquilidad que mi hija se fuera del país,” agregando que “cuando la gente cae en la desesperación de sentirse indefensa, abandonada e ignorada por el Estado y ve que la delincuencia se mueve con tanta comodidad y los que pasan a vivir atormentadas son ellos, lamentablemente reaccionan de esta manera, que no es la adecuada.”

El debate sobre este tema ha surgido debido a una serie de casos de vecinos que han intentado agredir a supuestos delincuentes.  Por ejemplo, David Moreira fue señalado por "vecinos" como ladrón y asesinado a patadas en el barrio Azcuénaga de Rosario. Según La Garganta Poderosa, la madre de David el chico no era ladrón y todo indica que fue confundido por el ladrón en las corridas que tomaron lugar durante el suceso. Que fuera o no un ladrón de carteras, su asesinato fue un homicidio.

En otro caso el diario Clarín, vocero de la oposición de derecha al gobierno de Presidenta Cristina Kirschner informo: que  “un grupo de vecinos del barrio Yapeyú de Santa Fe intentó linchar a un adolescente, a quien acusan de haber abusado de un nene de 3 años. Efectivos de la policía evitaron que familiares y vecinos del chiquito hicieran justicia por mano propia.

En cambio Blana Sotello, madre del médico traumatólogo Sebastián Prado, asesinado el 6 de septiembre de 2013 frente a su esposa e hijo, no justifica los linchamientos que han sucedido en los últimos días. Sentiría ira, seguramente y a lo mejor no sabe cómo reaccionará pero no es partidaria del linchamientos.

La vicepresidenta de la Corte Suprema de Justicia, Elena Highton de Nolasco opinó que en caso de derivar en la muerte del presunto delincuente, los linchamientos son un “homicidio violento, sangriento y en masa.” Insistió: Según el presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano: “No tienen justificación ninguna los linchamientos de vecinos a presuntos delincuentes,” porque para resolver los conflictos están las instituciones.

Es curioso. La derecha habla de la "ausencia" del Estado, una forma soplada de exigir mano dura, pero en economía exige exactamente el contrario--pide menos control del Estado sobre las operaciones comerciales e industriales. De alguna manera es el concepto de la globalización: bajar impuestos para captar inversores extranjeros, políticas que en el fondo excluyen a los "otros," a los pobres y marginados y agita políticamente la inseguridad. 

Está claro que la violencia y la inseguridad existe, que es un problema enorme. Lo que está en juego es cómo solucionarlo y al mismo tiempo respetar los derechos humanos y el funcionamiento de la justicia para todos los ciudadanos independiente de su posición social, género, religión, raza o identificación ideológica.  

Sería importante recordar que el golpe militar en Argentina en 1976 obedecía al concepto de venganza por mano propia—más de 30.000 secuestrados y desaparecidos nunca fueron llevados a la justicia. Que la justicia es lenta, ineficaz, incluso corrupta corre a cuenta de cada observador. En todo caso la forma de lograr más justicia ha de encontrar su solución en el contexto de las leyes vigentes; o bien luchar políticamente para cambiarlas o mejorarlas.

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