martes, 17 de mayo de 2016

"El secuestro," poesía sobre la trata de personas


Juega caprichosa la niña en el jardín de amores
“Mamá, soy la reina de Nomeolvides” grita bailando ella
“Ay, mi amor, sos la reina de mi corazón” responde la madre
Los rayos del sol del atardecer piruetean sobre sus semblantes.
“Vamos niña, tengo caramelos y cosas dulces para ti,” susurra la sombra
“¡Niña mía vamos a casa que la cena canta coplas sobre el fuego!” implora mamá
Las sombras se alargan y enfundan la niña en una ráfaga tormentosa.
“¡Amor mío, dónde estás, vamos a casa que estoy cansada de jugar!”
Las lágrimas de la madre tienen tristeza, lucha y esperanza
El dolor escava huecos en las entrañas, en el alma y en el corazón.
La niña raptada y prostituida grita y clava sus uñas en la piel del abusador
Y huye, huye por el bosque, por el río, por el campo rojo de sangre fresca.
Una bala perfora el silencio nocturno y se aloja en el corazón de la reina
Corren atolondradas las ratas, vuelan desesperados los pájaros mensajeros
¡Muerta la niña, muerta, muerta por sicarios del negocio de la trata!
¡Ay justicia! ¿Dónde estás? Oculta detrás de abogados, políticos, traficantes.
Sobre las mejillas arrugadas de la madre caen lágrimas de tristeza,
De amor, amor de madre, lágrimas de esperanza, de lucha y de fe
En el jardín de amores practica la hermana mayor los golpes de verdad
La madre ya no llora, respira amor, justicia para todas las reinas de Nomeolvides.

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